No estoy segura de estar despierta, desde lacama veo una neblina gris con un punto de luz que igual puede ser del amanecer o del anochecer. Una mano me toca imprevistamente la cara, es la mía. Llevo más de una semana siendo fea, hay ropa tirada por el suelo y un plato en la estantería con los restos de la cena de anoche. O sea, migas del sándwich y de patatas de bolsa. Del cuello para abajo la piel se acurruca feliz en su simpleza de tibiedad, un animalito que no quiere despertar. Desde mi espalda a mis tobillos parece salir un mormullo indiferente ¿para qué nos vamos a levantar? Entonces recuerdo, que llevo más de una semana siendo fea, que debo tener un grano de bruja en la nariz y que fuera ha comenzado a nevar. Que se levante otra, que yo no quiero. Entonces otra mano sube, enreda, intenta despertarme. La miro con curiosidad. Mis manos siempre se salvan, son la única parte. Siempre son hermosas y hábiles, como las de mi madre. Hacen gestos como para decirme, venga, arriba, perezosa...
Comentarios
Como si la confusión estuviera en nosotros.
Y fuera menor al decirlo.
Porque entonces se convierte en fascinante
Un beso.
Abrazo orgiástico.
Plinio.
O era Dinio...no, Dinio era la noche. No sé, es todo tan confuso.
A mi me fascina la imagen. Ya casi había olvidado las máquinas de escribir. Y la frase es muy cierta; queda estupenda como el principio de algo.
Aunque hay que reconocer que, por el contrario, a veces la vida es pura confusión. Sobre todo en los minutos siguientes a sonar el despeeeeertador.
"Me gustas cuando te concretas porque estás como ausente" Este es mío ¡Yeah!
Abrazo de tierra y musgo.