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Mostrando entradas de agosto, 2007

Arca Rescatada

Arca rescatada se despierta de un sueño que ha durado años. Un sueño caótico donde la existencia no tiene sentido, y el propósito es inaccesible o sencillamente falso. Abre los ojos y nota el calor de sus piernas, siente el lento capullo de algodón que la cobija. Rescatada por los altos ventanales. La tarde vierte luz y agua contra los cristales. Se puede vivir en los ventanales, piensa. Alrededor hay un microcosmos. Advierte destellos púrpuras, secos en la copa de vino de la noche. Color vibrante que resplandece en su nimiedad ahora. En la espalda siente el colchón, las piernas, las manos ajenas, tal vez expectantes de reencuentro. Si son Re-Admitidas. Ha despertado, pero todo sigue igual. La Falta de Sentido late desnuda. O tal vez no, se corrige. Hay algo distinto. Las palabras. Casi no se aprecian, pero están ahí. Arca hablando como antes. Sin interlocutor, sin grabarse. Palabras existiendo, brillando en su celebración efímera, instante de nacimiento y muerte. Semillas que modifica

luminosidad variable

Hay escritores de luz y otros de sombra. Es algo que no ocurre solo con la palabra, los que sentís la música sabéis bien de que hablo. Sospecho que esa variación de luz se oculta en pliegues intangibles, más allá de biografías o propósitos, más allá de resultados. En mi fotómetro particular diría que Benedetti es de luz, mientras que Cortazar es de sombra (y que sombra, que alerta, que sacudida y que juego); o por ejemplo Sabina es de sombra y bien orgulloso está de ello y Mikel Erentxun es de luz. Acabo de descubrir Kamchatka , y definitivamente a Marcelo Figueras se le derrama la luz por los cuatro costados. Si aún no tenéis el placer, ya sabéis donde encontrarlo, pequeños bocaditos de la sencillez más sabia, entre la risa y la huida, "por que hay que saber encontrarle las pequeñas ganancias a las grandes pérdidas". Un pequeño aperitivo "El señor Andrés, maestro de lenguaje... Era el más joven de aquellos maestros y el más inteligente. La mayor parte de la

la prosa arrodillada

Quiero rezar la prosa del dios de las palabras. Conformar un credo con las sílabas bien talladas de la imagen. Habitar el paraiso sintáctico, benevolente en suficiencia como para abrazar a los que descreemos, a los que no inventamos. A todo Judas, y a las traiciones menores del pan y la desidia. Restaña las heridas de los que olvidamos las plumas metafísicas a nuestra espalda. Y consuela a los que nos ahogamos en la más grande de las palabras, creyendo que su luz no iba a gastarse nunca. Libertad y fiereza se han perdido, envuelve a la ovejita dócil y fea, porque lo necesita más que el aire. Derrama tu piedad sobre nosostros idólatras deslumbrados, amantes, asesinos, durmientes. Si no supimos conservar regalos luminosos, es porque la costura se clavaba con la saña del colmillo en la parte de adentro del alma, regalos trucados de la reina, la adorada enemiga. La diosa de los solitarios. Para salvarnos, déjanos las palabras.