intimidades...
¿Donde acaba la confianza? Tal vez donde empieza la intimidad... Cuando la sed de conocer (te) de quien tienes al lado se vuelve depredadora, carnívora y canival, y entonces uno se pone nervioso y enrojece, borra el historial de internet, esconde cartas y papeles bajo llave, pone códigos y cadenas a lo que dijo, quizá incluso a lo que sintió. Y entonces la intimidad se vuelve un reducto matérico, visceral, donde esconder los intestinos y el hedor privado. Porque lo que se confía, lo que se muestra al resto es aquello con brillo suficiente para pasar la censura de las balanzas interiores. Es difícil tener confianza para mostrar las miserias propias.