Avisto tierra
"Noche tan sola como mía, me trastornas de luna, mil huracanes galopan la sangre,
sedienta y hambrienta, no hay certeza de que exista el alimento
ni tal vez conocimiento para nombrarlo, órbitas o abismos, tan alto o tan rastrero,
o solo una mano dormida sobre las vértebras curvadas,
quizás acurrucarme tanto hasta volverme átomo, fundirme, volver a algo,
formar parte y no tener conciencia, regresar a la sangre de mi madre, a la sangre de mi padre
existir sencillamente, abandonar la soledad del ron, las fuerzas de oponerse, las respuestas ingeniosas, el agradecimiento a la ternura inmerecida.
Dormir o de matar nocturnamente, cuando la oscuridad es un animal que respira pesadamente sobre mi nuca, dispuesto a poseer las riendas que flojean, cuando susurros en espiral gritan la afilada crueldad del aire que me invade, Y la avaricia son caricias capaces de gastarme la piel, besos que me acaben los labios, amantes como insectos que me devoren y terminen, destrucción tan dulce, tan incomprensible, nidos de gusanos en anidada en la cara no luminosa de mis lunas. Permanece las sustancia, pero mi doble. Gemela malvada que exije adoración, juega con cuchillos y me daña, de lejos burla la luz que teme, esa que él utiliza como arma. Se despereza pantera, comienza la caza como la diosa de mi nombre, en realidad lo que desea es matar una presa, cuando en realidad no le importa ninguna presa y solo tiene ojos para observar como reacciono acurrucada en el fondo mientras la veo actuar, y reír, y bailar, y no pensar en nada, solo en el leve placer de su arrogancia y mi humillada admiración. Tengo los dedos pegados a sus manos, y un doble fondo que no oculta más que el vacío. Me alimentaré de sangre y lágrimas, de corazones ofrendados en escalones pétreos, arrasaré mi imperio para que entiendan mi lucha, al mismo tiempo en la noche y en el día, el placer simple de la oposición y la batalla, y la muerte. Esos son los látigos que abandono, y los perros que sujeto y domo y sacrifico en el altar de la mejor de las sonrisas, en el más delicado cuidado de la gente. Porque amanece y la victoria es de la luz y el día.
La sombra se retira a lamer heridas solo aparentes, y sonríe, retorcida, y golpea su llamada poderosa como la raiz, visceral, atrayente, endiablada y triunfal. Espera su momento y rie, porque conoce sus bazas."
Porque esos perros están domados y duermen, porque esto fue escrito hace más de un año, porque este navío llegó a donde quería, y ya es hora de emprender otros viajes. Por esto y por eso, Los Confines de Itaca está llegando a su fin.
sedienta y hambrienta, no hay certeza de que exista el alimento
ni tal vez conocimiento para nombrarlo, órbitas o abismos, tan alto o tan rastrero,
o solo una mano dormida sobre las vértebras curvadas,
quizás acurrucarme tanto hasta volverme átomo, fundirme, volver a algo,
formar parte y no tener conciencia, regresar a la sangre de mi madre, a la sangre de mi padre
existir sencillamente, abandonar la soledad del ron, las fuerzas de oponerse, las respuestas ingeniosas, el agradecimiento a la ternura inmerecida.
Dormir o de matar nocturnamente, cuando la oscuridad es un animal que respira pesadamente sobre mi nuca, dispuesto a poseer las riendas que flojean, cuando susurros en espiral gritan la afilada crueldad del aire que me invade, Y la avaricia son caricias capaces de gastarme la piel, besos que me acaben los labios, amantes como insectos que me devoren y terminen, destrucción tan dulce, tan incomprensible, nidos de gusanos en anidada en la cara no luminosa de mis lunas. Permanece las sustancia, pero mi doble. Gemela malvada que exije adoración, juega con cuchillos y me daña, de lejos burla la luz que teme, esa que él utiliza como arma. Se despereza pantera, comienza la caza como la diosa de mi nombre, en realidad lo que desea es matar una presa, cuando en realidad no le importa ninguna presa y solo tiene ojos para observar como reacciono acurrucada en el fondo mientras la veo actuar, y reír, y bailar, y no pensar en nada, solo en el leve placer de su arrogancia y mi humillada admiración. Tengo los dedos pegados a sus manos, y un doble fondo que no oculta más que el vacío. Me alimentaré de sangre y lágrimas, de corazones ofrendados en escalones pétreos, arrasaré mi imperio para que entiendan mi lucha, al mismo tiempo en la noche y en el día, el placer simple de la oposición y la batalla, y la muerte. Esos son los látigos que abandono, y los perros que sujeto y domo y sacrifico en el altar de la mejor de las sonrisas, en el más delicado cuidado de la gente. Porque amanece y la victoria es de la luz y el día.
La sombra se retira a lamer heridas solo aparentes, y sonríe, retorcida, y golpea su llamada poderosa como la raiz, visceral, atrayente, endiablada y triunfal. Espera su momento y rie, porque conoce sus bazas."
Porque esos perros están domados y duermen, porque esto fue escrito hace más de un año, porque este navío llegó a donde quería, y ya es hora de emprender otros viajes. Por esto y por eso, Los Confines de Itaca está llegando a su fin.
Comentarios
Yo la tierra la intuyo. Y ya es bastante.
Suerte, guapa.
Pero alegra saber que el viaje a terminado.
Sería formidable acompañarte en tus futuros viajes.
Acompañarte hasta aquí ha sido un placer.
Mucha suerte y muchos besos