Yo no enciendo las hogueras de tu fiebre
eres tú, amor incandescente
el que me contagia el fuego
piel con piel.

Me robas las palabras,
tanto me desnudas
hasta verme heridas
donde hubieron alas.
Alas, manos,
piel de serpiente luminosa,
tempestades de ternura inconcebible.

Para eso nací laberinto.
Y tú,
naciste mi contrario,
en pozos inquietos derramado,
de cántaros templados
alimento.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
ohhhhhhhhhhhhhhhhhh¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Yo te daba por perdida¡¡¡¡¡¡
Gracias por volver y hacermelo saber... volveré a disfrutar de tu talento....

besos.
Edu Solano Lumbreras ha dicho que…
(No encuentro la expresión apropiada que refleje el estupor, el asombro, pfff... ¿cómo se llama eso que hacen contigo Los Poetas?

Lo que la primavera hace con los cerezos—, me contestaría Neruda.)
ybris ha dicho que…
Me dejaste pensando...
Ser laberinto que el amor recorre;
dulce sensación de unas manos por dentro que palpan la salida.

Seguiré pensando.
Gracias y muchos besos.

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