Hablemos de astillas...

La chica de quince años lleva pegada la soledad a los huesos y el silencio a los pulmones. Es sabia.
Observa con grandes ojos limpios el mundo alrededor, abismos de uno mismo, y llama a cada cosa por su nombre. No sabe reconocer el bien del mal, porque piensa que eso tan solo son definiciones creadas por el ser humano, y por tanto, limitadas y parciales. Cree que algunas cosas tienen una fama inmerecida. Por ejemplo la tristeza. La tristeza por sí misma no tiene mejores ni peores cualidades que otros estados del alma, pero provoca un injustificado y brutal rechazo. Le sorprende que pase lo mismo con otras cosas tan inocentes y sencillas como la soledad y la muerte. Tampoco sabe diferenciar muy bien cuando sueña o cuando está despierta. A veces es demasiado semejante. En realidad, el sueño provoca las mismas descargas eléctricas que mandan los sentidos al cerebro. El engaño es perfecto, excepto en su continuidad. En realidad, lo único que la ofrece pistas para diferenciarlos es un corte repentino de la acción que la sitúe en su cama.
Prácticamente no tiene certezas excepto dos. Va a estar sola toda su vida, porque no hay nadie que pueda entenderla completamente. No porque sea especialmente compleja, si no porque nadie puede ver con sus ojos o sentir con sus manos o pensar exáctamente lo mismo que ella. Cada persona solo puede intuir el mundo a través de sus sentidos y su razón, y ambas cosas contaminan una realidad que se vuelve inasible en su pureza. Cada elemento ajeno se mide por las reglas de uno mismo.
La otra certeza es que el silencio es su camino. Es un resultado directo de la primera conclusión.
Si nadie va a entenderla es su totalidad, tal vez sea mejor guardar silencio.

La teoría es sencilla. En la práctica hay un diminuto problema.
Nació humana.
El hambre de compañeros viene grabado a fuego en los genes

Comentarios

Edu Solano Lumbreras ha dicho que…
La teoría es sencilla, pero creo que errada: no podrá estar acompañada toda la vida, pero tampoco sola. Alguien alguna vez verá con sus ojos exactamente lo mismo que ven los de ella, alguien sentirá con sus manos exactamente lo mismo, alguna vez, alguna vez alguien pensará exactamente lo mismo.
Y si bien la comunicación perfecta y completa tal vez no exista, muchas veces nos sentimos muy cerca con palabras.
Ahora, eso sí, lo de necer humana más que un problema me parece una suerte.
ybris ha dicho que…
Ante personas así dan ganas enormes de gritar que no llevan la soledad pegada a los huesos sino a su imaginación y que no deben callar sino gritar.
Porque sí hay quien las comprende y sí hay quien les escucha.
Justo porque esos también nacieron humanos.

Besos
Argenta Copper ha dicho que…
El error está en creer que lo que hay que aprender es a estar solo y, Arca, solos ya nacimos. Lo que hay que aprender es a estar acompañados, a compartir, no todos y cada uno de nuestros pensamientos, sino momentos y sensaciones. No necesitamos lectores de mentes, necesitamos aprender a hablar y a escuchar. Una servidora se creyó demasiado rara para tener compañía y se descrubió, demasiado miedosa, demasiado cerrada y desconocedora del lenguaje y las claves de los sentimientos.
Anónimo ha dicho que…
También es sencilla la práctica...aunque errónea; o, al menos, incorrecta...

Tal vez esa suerte de estar viva le dé la oportunidad de hacerse vieja (además de sabia), para ver la imposibilidad de mantenerse sola; aunque sea así, consigo misma...

Bella reflexión, en cualquier caso, niña.

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