intimidades...

Cuando la sed de conocer (te) de quien tienes al lado se vuelve depredadora, carnívora y canival, y entonces uno se pone nervioso y enrojece, borra el historial de internet, esconde cartas y papeles bajo llave, pone códigos y cadenas a lo que dijo, quizá incluso a lo que sintió.
Y entonces la intimidad se vuelve un reducto matérico, visceral, donde esconder los intestinos y el hedor privado.
Porque lo que se confía, lo que se muestra al resto es aquello con brillo suficiente para pasar la censura de las balanzas interiores.
Es difícil tener confianza para mostrar las miserias propias.
Comentarios
La intimidad sin secretos nos desarma tanto que nos hiere hasta la intolerable debilidad.
Somos nosotros los que nos damos sin que nos arrebaten.
¿Qué, si no, nos quedaría para compartir?
Que hay miserias propias que son nuestra propia gloria y nuestra propia condena.
Ninguna confianza debería tocarlas.
Besos.
Oye qué texto más bonito :-)
Otra-cosa-es-la-intimidad,que-sin-duda,siempre-acaba-conociendo-un-límite.
Bes-sos.
Besos.